jueves, 23 de julio de 2009

La mafia médica: Guislaine Lanctot (III y última parte)


La mafia, una necesidad evolutiva

–Sin embargo, a pesar de todo, usted mantiene que la mafia médica es una necesidad evolutiva de la humanidad. ¿Qué quiere decir con esa afirmación?
–Verá, piense en un pez cómodamente instalado en su pecera. Mientras tiene agua y comida, todo está bien, pero si le empieza a faltar el alimento y el nivel del agua desciende peligrosamente el pez decidirá saltar fuera de la pecera buscando una forma de salvarse. Bueno, pues yo entiendo que la mafia médica nos puede empujar a dar ese salto individualmente. Eso sí, habrá mucha gente que preferirá morir a saltar.

–Pero para dar ese salto es preciso un nivel de conciencia determinado.

– Sí. Y yo creo que se está elevando mucho y muy rápidamente. La información que antes se ocultaba ahora es pública: que la medicina mata personas, que los medicamentos nos envenenan, etc.

"Además, el médico alemán Ryke Geerd Hamer ha demostrado que todas las enfermedades son psicosomáticas y las medicinas no agresivas ganan popularidad.

"La mafia médica se desplomará como un castillo de naipes cuando un 5% de la población pierda su confianza en ella. Basta que ese porcentaje de la población mundial sea consciente y conectado con su propia divinidad. Entonces decidirá escapar de la esclavitud a la que le tiene sometida la mafia y el sistema actual se derrumbará. Tan sencillo como eso.

–¿Y en qué punto cree que estamos?

–Pues no sabría cuantificarlo pero pienso que probablemente en menos de cinco años todo el mundo se dará cuenta de que cuando va al médico va a un especialista de la enfermedad y no a un especialista de la salud. Dejar a un lado la llamada medicina científica y la seguridad que propone para ir a un terapeuta es ya un paso importante. También lo es perder el respeto y la obediencia ciega al médico. El gran paso es decir no a la autoridad exterior y decir sí a nuestra autoridad interior.

–¿Y qué es lo que nos impide romper con la autoridad exterior?

–El miedo. Tenemos miedo a no acudir al médico. Pero es el miedo, por sí mismo, quien nos puede enfermar y matar. Nos morimos de miedo. Se nos olvida que la naturaleza humana es divina, es decir, concebida para comportarnos como dioses. ¿Y desde cuándo los dioses tienen miedo? Cada vez que nos comportamos de manera diferente a la de un dios nos ponemos enfermos. Esa es la realidad.

–¿Y qué cree que pueden hacer los medios de comunicación para contribuir a la elevación de la conciencia en esta materia?

–Informar sin intentar convencer. Decir lo que saben y dejar a la gente hacer lo que quiera con la información. Porque intentar convencerles sería imponer otra verdad y de nuevo estaríamos en otra guerra. Se necesita sólo dar referencias. Basta decir las cosas. Luego, la gente las escuchará si resuenan en ellos.
"Y si su miedo es mayor que su amor por sí mismos dirán: 'Eso es imposible'. En cambio, si tienen abierto el corazón, escucharán y se cuestionarán sus convicciones. Es entonces, en ese momento, cuando quieran más, cuando se les puede dar más información". ..

Addenda

Integrantes de la mafia médica según Lancot

El paciente. Es el explotado por excelencia. Cuanto más enfermo esté mayores beneficios para la industria farmacéutica. En consecuencia, hay que mantenerlo enfermo y medicado.

El médico. Es el vendedor inconsciente de los productos de la industria así como su instrumento de promoción. Las autoridades le forman de tal manera que estará al servicio de sus fines al pie de la letra, sin cuestionar jamás la sacrosanta verdad que se le inculca como doctrina. Según los casos, también se le puede sobornar con privilegios económicos, jerárquicos o ambos. En cuanto al terapeuta, simplemente es declarado ilegal y se le elimina, o bien se le integra y se le controla.

Los hospitales, clínicas, laboratorios y farmacias. Son los distribuidores del fabricante, sus cómplices. Para eso se les paga bien. La recompensa por su buena disposición suele ser de orden crematístico.

La industria. Es el explotador. El Padrino del sistema sanitario, el Gran Dictador y beneficiario de la enfermedad. Su inmenso poder oculto hace que se le sometan todos los niveles de "autoridades" , ya sean del gobierno, médicas o mediáticas. Después de todo, es la industria la que concede el acceso al poder y la notoriedad. Lo que se pide, en contrapartida, es que nadie muerda la mano que le da de comer. Su lema es "Cuantos más pacientes enfermos, con mayor frecuencia y durante más tiempo, más rentabilidad" . Todo vale para conseguirlo.

Las autoridades. Son el usurpador. Han creado las instituciones y las leyes para apropiarse y desposeer al paciente de sus legítimos derechos sobre su salud. Para no despertar sospechas las autoridades se ocultan tras un biombo: el Gobierno. Las instituciones y los seguros se sitúan bajo su control directo o indirecto. Lo elegimos y financiamos nosotros pero nos traiciona vendiéndonos a la industria. En realidad, el gobierno y sus organismos ("las autoridades")son generalmente asalariados de la industria.

La mafia de las mafias. El poder establecido no es sólo nacional. Por encima del sistema sanitario de cada país hay un sistema sanitario mundial, la Organización Mundial de la Salud (OMS), que dicta la política sanitaria global a seguir por todos los gobiernos del planeta.


"Sigo creyendo que hay un derecho al delirio, a clavar los ojos más allá de la infamia, a adivinar otro mundo posible, el derecho por el que vale la pena luchar, el derecho de imaginar el futuro en lugar de aceptarlo, el derecho a hacer la historia en lugar de padecerla, ese es un derecho humano por más que sea difícil conquistarlo"
Eduardo Galeano

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