viernes, 9 de abril de 2010

El caso Paulette y su discapacidad

Katia de Artigues/El Universal

¿Por qué es tan llamativo el caso Paulette? Hay, quizá muchos factores: el que una tragedia así suceda en una clase acomodada, supuestamente libre, casi intocada, tras sus altos muros. También el mismo drama de la familia –desavenencias, acusaciones, presuntas infidelidades-- que se ha convertido a punta de entrevistas por televisión y cobertura de todo tipo de medios, en un virtual reality show.
Todo esto es posible, también, gracias –y “gracias” es un decir, en realidad es una vergüenza—ante la grave falta de información confiable de las autoridades encargadas de investigar el caso que en un patético caos –quise escribir caso, pero caos también queda perfecto—de CSI región 4: nunca aseguraron la escena del delito/crimen, arraigaron a los padres y las niñeras de la niña por “inconsistencias” en las declaraciones para soltarlos a todos después declarando que aún así no sabían si eran inocentes, y bueno, la “cereza” del tétrico pastel: que el cadáver de Paulette “apareció” al pie de su cama, en su recámara, justo en el mismo lugar donde “desapareció”. Y peor: al pie de una cama en la que durante varias noches después de su desaparición durmieron personas.

Todo esto para decir que, debido a lo “atractivo” del caso (por así decirlo) y la extensa cobertura de los medios, hay muchos ciudadanos de a pie que se sienten con los datos suficientes, o las especulaciones suficientes, para opinar de este caso que se ha metido, literalmente, en la sala de nuestras casas.

Y ustedes dirán: ¿y porqué hoy hablamos del caso Paulette si es Día de Mundo D? Pues precisamente por quién era Paulette y las reacciones que ha provocado el hecho de que haya sido una niña con discapacidad. Por la reacción que su condición de vida ha provocado aquí y allá en muchas publicaciones, en opiniones de lectores.

Paulette, hasta donde se hizo público desde el principio tenía una discapacidad motriz y de lenguaje. Su madre, Lisette Farah ha dicho que nació prematuramente a los 5 meses y que no tenía una “discapacidad mental”, es decir, intelectual.

Hasta donde sabemos, que sabemos poco, no se ha contemplado si en la muerte o el asesinato de Paulette tuvo algo que ver su discapacidad, son meras especulaciones. Pero esa especulación –sobre todo la “carga” que supuestamente representa o representaba para la madre o la familia de la niña—sí está en las conversaciones y en los cotidianos comentarios en diversas páginas de Internet, como bien lo documentó en cierto momento Libertad Hernández de www.dis-capacidad.com... Y que seguramente ustedes han visto en numerosos sitios, sobre todo de Internet donde uno no necesariamente se identifica con su nombre real.
Y esto, me parece, dice mucho de nosotros como sociedad. Del gran camino que aún dista por recorrer para no discriminar y más aún, celebrar la diferencia de lo humano.

Los medios nos vimos muy mal también en la cobertura: quedó patente que no estamos, como gremio, a la altura del lenguaje que debemos utilizar. Era constantes las referencias a que Paulette “sufría” una discapacidad y no que la tenía o presentaba, un verbo neutro. En la cantidad de veces que reiteramos que era una niña “con capacidades diferentes”, cuando el término correcto es “con discapacidad”, claro después del sujeto, en este caso, una niña.

Insisto en el lenguaje porque creo que es importante. Me fusilo un tweet de Miguel Carbonell al respecto: “Las palabras importan. Son las ventanas a través de las cuales nos asomamos al mundo. Usarlas bien es una gran responsabilidad.”. Y los comunicadores debemos entenderlo porque la responsabilidad se multiplica en nuestro caso. Si no las utilizamos adecuadamente, en estos casos, reforzamos estereotipos, atrasamos el proceso de inclusión de este sector de la población.

¿Qué opinan de la forma en que ha sido cubierto el caso Paulette? ¿Los comentarios vertidos sobre que era una niña con una discapacidad?

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